A MESA Y MANTEL… CON ÓSCAR HIGARES

¿Cuántas veces pensamos que a las personas que vemos delante de las cámaras les sobrará cámara y les faltará persona? Con Óscar Higares hemos podido descubrir todo lo contrario y me quedo con esa bonita sensación. La de haber coincidido con una persona con mucha humanidad, intensidad y cercanía, más allá de personajes, fama o followers. 

Hemos quedado en Playachica para comer y hacer la entrevista que abrirá And 17. Es ilusionante poder hablar de tú a tú con nuestra portada, saber qué hay detrás de una vida que hasta ahora solo había oído en medios y que nos deje conocerlo un poco más tras una sesión de fotos espectacular con todo el equipo.

La croqueta de jamón ibérico a la brasa llega cuando ya habíamos comenzado una conversación curiosa, en la que no era yo la que preguntaba, pero sí Óscar el que respondía y que remontaba su inicio 4 años atrás. Y es que el artista ya fue la décima portada de la revista. Ahora yo tomaba el testigo y, acompañada de una rica croqueta de pulpo con mole, esta vez sí era yo la que enunciaba las preguntas, tomaba apuntes y encendía mi grabadora para no perder ningún detalle.

Óscar Higares nos contaba sus trabajos en los últimos años, su paso por series, películas o programas de televisión. Paralelamente, en la mesa, le hacíamos sitio al ceviche Benifornia. Literalmente, comíamos a la orilla del mar, acompañados del vaivén espumoso de las olas que acarician la costa dorada de Benicàssim y recibíamos de buena gana ese ceviche de gambas, chile y aguacate sobre unas pequeñas tortas de maíz. Y si a las personas se nos conquista por el estómago, también somos capaces de conocer a alguien por el paladar. Óscar nos confesaba su animadversión hacia el cilantro, “estas pequeñas hojas verdes, o las amas o las odias”, comentaba… ¡Y tenía razón! Yo, curiosa por naturaleza, tardaba poco en googlear este fenómeno gastronómico. Óscar, no estás solo; resulta que el amor u dio al cilantro lo determinan los genes y muy probablemente sufras cilantrofobia.

Singularidades comidistas aparte, con el siguiente plato llegaba unanimidad de criterio, sin opción a que la genética eligiera por nosotros. El Tarantelo de atún rojo con jugo de carne y boniatos se deshacía en nuestra boca como un delicado copo de nieve se funde sobre un cálido regazo infantil. Mientras tanto, hablábamos de moda, tendencias o actualidad entre sonrisas sinceras.

Seguíamos conociendo a nuestra portada a medida que el menú avanzaba hasta dar paso al plato principal. La joya de la corona era un arroz con bogavante. Óscar Higares renunciaba amablemente a su plato para comer de la paella central que ahora llenaba nuestra mesa de color, aroma y sabor; algo muy nuestro. Hablábamos de nuevos proyectos, de su vida en familia o de una nueva etapa postcovid mientras íbamos ganándole terreno al sabroso arroz.

El momento dulce es una especie de ritual para mí. Ahí no caben grabadoras, ni notas… Disfrutamos de nuestra Cheescake-torrija con toffee de amareto y helado de té negro y Crema helada/quemada de limón y mandarina como se merecen. Con la naturalidad que ha reinado durante toda la conversación y la personalidad jovial pero firme de Óscar Higares. Y sí, el postre sabe a despedida. Damos por terminada la entrevista a nuestro hombre And; aunque, quién sabe, tal vez la volvamos a retomar algún día.

Buena comida, compañía inmejorable, y una entrevista que guardo en mi colección de bonitos recuerdos, de gente capaz sembrar un pequeño granito de arena en el aprendizaje que algún día será una montaña de experiencias.   

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