Álvaro Amores






ÁLVARO
AMORES




El empresario castellonense Álvaro Amores es todo un emprendedor hecho a sí mismo. Sus valores de trabajo y superación le han conducido a posicionarse en lo más alto del negocio de la hostelería en pocos años, aprovechando las oportunidades para seguir creciendo. En este viaje confiesa que sus mayores aliadas son su mujer y su madre; y su hija el gran motor que le impulsa a seguir adelante. El responsable de Giuliani’s Grupo Gastronómico da un repaso a sus inicios en este periplo en And Magazine hasta llegar a su último gran proyecto en Puerto Azahar.

 

¿Cómo ves la situación de la hostelería en Castelló en esta era covid?

La verdad es que la situación está complicada. Los espacios cerrados van a sufrir porque la gente tiene bastante miedo y no quieren espacios cerrados. Es verdad que las terrazas, como ya ha pasado en verano, van a trabajar bien pero los espacios cerrados y pequeños van a sufrir.

De hecho eres el presidente de la nueva Asociación de Hosteleros de Castelló, ¿qué te ha llevado a liderar esta iniciativa?

A raíz del COVID, que es cuando nos hemos visto más desamparados, hablando con unos compañeros del sector surgió la idea de crear la asociación y de unir fuerzas. Enseguida tuvo una respuesta buenísima por parte de todo el sector y vimos que era el momento, hacía falta. Nunca había habido una asociación específica de hosteleros que defendiera los derechos, hay otras asociaciones pero son más genéricas.

¿Hace seis años te hubieras imaginado que alcanzarías este papel relevante en la hostelería?

La verdad es que no, los acontecimientos se han dado así y estoy muy agradecido. Hemos trabajado muy duro pero mirando seis años atrás no me hubiera imaginado que estaríamos donde estamos.

¿Quiénes son tus imprescindibles para sacar todo esto adelante?

Como yo digo siempre, mi mujer y mi madre. Mi mujer empezó conmigo desde el primer momento en que firmé el traspaso en Salera, incluso antes, cuando estaba en el paro, ella me acompañaba a repartir currículums, y se volcó conmigo. Es mi mano derecha. Empezó como empleada y ahora continúa en Salera, es la responsable de ese restaurante y aparte mi socia en parte de locales del grupo. Por otro lado, mi madre es la responsable del departamento de compras de todo el grupo. El papel de mi madre es fundamental porque se encarga de que sean cocinas muy eficientes. Ella es guerrera, le gusta y trabaja mucho. El núcleo duro de Giulini’s es Álvaro, su madre y su mujer. También otros profesionales forman parte del equipo. Sin querer perder tu esencia, llega un momento que no das abasto. Yo nunca me iba a imaginar que me llevarían la agenda… Es importante aprender a delegar y cuesta, pero creo que o delegas o no creces. Y finalmente está mi hija, todo lo que hago lo hago por ella. 

Ahora que ya ves tu gran proyecto profesional hecho realidad, ¿cómo ha sido la evolución hasta llegar aquí?

Yo llevaba un año y medio en paro y vi una oferta de trabajo de encargado de un restaurante italiano en el centro comercial Salera, me apunté y tuve la suerte de que a los dos días me llamaran. Hice la entrevista con los directivos de Giuliani’s, una cadena de restaurantes por toda España, y me aceptaron. Pasé a ser responsable del restaurante y esta empresa catalana me dio las llaves para empezar a trabajar. Yo al tema de servicios no le tenía ningún miedo, pero en el caso de la gestión laboral, contable o personal, eran ámbitos en los que no tenía experiencia. Estuve un año trabajando y esto me sirvió como un Máster en gestión de empresas porque de todo me encargaba yo, desde pedidos hasta personal. Luego me enteré de que me querían traspasar el restaurante y me sorprendí, pensaba en cómo iba yo a quedarme ese local de tal envergadura si no tenía los medios económicos. Meses más tarde, el empresario me presentó la oferta de traspaso. No tuve que hacer una gran inversión inicial y me dieron muchas facilidades. En ese momento tuve que pedir dinero a mi madre para constituir la S. L. y era un local en funcionamiento, con lo que digamos que íbamos a mes vencido. Eso nos dio el pulmón suficiente para empezar a generar beneficios.

Una vez te hiciste con el primer restaurante, ¿cuál fue el primer paso?

Desde el minuto uno me puse a escandallar platos, a ver costes, y nos dimos cuenta de un dato curioso. Tengo un amigo italiano experto en cocina italiana y le dije que me echara una mano. Escandallamos la pizza y haciendo la masa casera en lugar de comprarla como anteriormente teníamos un ahorro anual de 90.000 euros, solo con esa referencia. Con ese dinero el primer año pagamos el traspaso. Nos dimos cuenta de que había ocho Giuliani’s en España y estaban todos cerrados menos el mío. Hicimos un menú rentable que podíamos ofrecer a 9’99 euros. Además, compramos en cantidades al por mayor para negociar con los proveedores. Y de todas esas enormes cantidades que compramos, el 50 % del volumen se lo lleva Salera, la “catedral” de Giuliani’s Grupo Gastronómico.

Un grupo que siguió creciendo…

Con los primeros beneficios que obtuvimos, y yo que soy un poco atrevido, viendo la evolución del negocio, nos salió la oportunidad de adquirir el local en la calle Escultor Viciano, en pleno centro de Castelló, con unas condiciones muy buenas. Decidimos abrir Giuliani’s Centro. Esto supuso una inversión muy potente, pero era el centro de Castelló y queríamos ir con una apuesta potente. Fue un local que desde el minuto uno la gente tenía que reservar con una o dos semanas de antelación porque los fines de semana no había sitio.

¿Pensabas en esto cuando montaste este segundo local?

Pensaba que era un modelo de negocio con éxito, visto Salera. En ese año nos habíamos posicionado mucho y la gente ya nos conocía. Sabía que era un caballo ganador, no hasta este punto, pero lo sabía. Ha sido un restaurante con mucho éxito desde el principio.

Y ya que la cosa iba bien, sigues ampliando el negocio.

Al año siguiente, un gran amigo mío hostelero, que tenía un local en plaza del Mar, lo que era antes Ocean, se puso en contacto conmigo. Me dio la posibilidad de montar Giuliani’s en la terraza e inauguramos Giuliani’s Ocean Spirit. En ese restaurante fue en el primero en que tuve dudas, pero la inversión no era muy grande. Probamos y lo mismo, desde el primer momento la gente se volcó. Fue algo apoteósico, unas colas… lo de aquel restaurante fue sorprendente. Eso fue en 2018 y al año siguiente se me presentó la ocasión de coger un local en primera línea de playa, en pleno corazón del Torreón, con un traspaso importante. Suponía un desembolso potente, pero veía otro caballo ganador. Lo consolidados que estábamos, el sitio que era, nuestra cocina… se juntaban una serie de factores que me hizo apostar por ello. Giuliani’s Beach también tuvo mucha aceptación. Con este tenemos ya cuatro Giuliani’s, un grupo ya consolidado con cuatro restaurantes que funcionan al 100 %.

¿Fue entonces cuando decidiste diversificar?

Yo tenía como reto personal probar con otro tipo de gastronomía. Además una gastronomía que a mí me gusta y el tipo de local que a mí me fascina. Decido montar la Taberna Machete; me salgo totalmente del contexto Giuliani’s. Machete es una taberna con una bodega de vinos exquisita, unos productos buenísimos. No está el cubierto al mismo coste que Giuliani’s pero tampoco se dirige al mismo público. Montamos la Taberna Machete con un cariño especial y el restaurante funcionó también muy bien. Fue entonces cuando me paré a pensar que las cosas las hacíamos bien, tenemos éxito en lo que hacemos y estamos consolidados, ya crees en ti y en todo lo que estás haciendo.

En este año 2020 también trabajas en un nuevo proyecto.

Tengo un gran amigo hostelero, Daniel Zamora, que llevaba un tiempo hablándome de emprender un proyecto conjunto en Puerto Azahar. Este año las circunstancias me han llevado a asociarme con él y estamos muy ilusionados con nuestro próximo trabajo. Había varios locales cerrados y él me propuso hacernos con varios de ellos, para montar un complejo de ocio y gastronomía. Nos reunimos con la concesionaria, le hicimos un planteamiento del proyecto y quedaron encantados. Nos quedamos con siete locales contiguos y tres exteriores de Puerto Azahar.

En ese mismo entorno concibes una gran idea, ¿cómo culmina ese proyecto?

Recibí una llamada de Grupo Orenes, que estaban buscando un operador para la antigua sala Opal. Nos reunimos y fuimos a verla. Me presentaron las condiciones, me gustaron y llegamos a un acuerdo. Estando allí dentro yo tenía que desarrollar un proyecto para la terraza y tengo que decir que me costó, no lo veía. Allí había una estructura blanca que era el antiguo decorado y pedí que retiraran esos hierros para poder ver la terraza diáfana y ver a qué me enfrentaba. El primer día que quitaron la estructura y yo aterricé en esa terraza dije “aquí va un barco”. Vi un barco en altura, donde tú estés cenando y tengas a un metro el mar. Vas a estar en altura y vas a estar cenando en el mar, vas a ver todo el puerto… Llamé al decorador y le dije que quería una maqueta que simulara un barco. El desarrollo de mi idea inicial ha quedado brutal, con un barco de 45 metros de eslora, para unos 200 comensales. Así conseguíamos todo el proyecto de Puerto Azahar, respaldado por Giuliani’s Grupo Gastronómico. Esta es la historia de Varadero y el punto en que nos encontramos.

En apenas 5 años tu crecimiento empresarial ha sido exponencial, ¿cuál es la clave del éxito?

Hemos trabajado muy fuerte el marketing y la publicidad. Yo tenía unas ideas claras y siempre saco un presupuesto, no pequeño, para marketing y publicidad porque entiendo que es vital. Y también entiendo que el recorrido de 10 años se puede hacer en 5, ¿cómo? Con ayuda, con soporte, con marketing, con publicidad y sobre todo con inversión. Al final la publicidad es una inversión y tiene un retorno. Hemos hecho campañas muy bonitas y también participamos en grandes campañas sociales. Repartimos nuestros beneficios en la ciudad, que al final es muy importante.

De alguna manera tu proyecto es impulsar y potenciar Castelló, ¿por qué?

Soy de aquí, me siento muy de la tierra. Me siento de Castelló y soy muy grauero, es mi esencia. Por eso mi proyecto del Grau me emociona. Ser el responsable de devolver al puerto de Castelló ese impulso turístico y económico, para mí es un reto y también me da vértigo. Evidentemente contamos con ayudas financieras, pero somos dos empresarios de la hostelería que vamos a hacer una apuesta y una inversión potente. El año 2019 dimos trabajo a más de 200 personas y solo el proyecto de Puerto Azahar alberga unos 300 puestos de trabajo nuevos, directos e indirectos.

¿Crees que estos proyectos, cada vez más grandes, pueden hacerte perder la cercanía con tus negocios?

Yo todos los días visito todo mis locales. Ten en cuenta que lo del Grau serán once locales en un perímetro pequeño y lo tendré controlado. Es verdad que le dedico un especial cariño a Salera, pero estoy pendiente de todos. Para mí eso es muy importante.

 

Realmente emocionado con sus múltiples proyectos, a Álvaro Amores le apasiona poner en marcha nuevas iniciativas y construir desde cero sus ideas. Ese espíritu es el que le ha acompañado en los últimos años, hasta convertirse en el referente de la hostelería en Castelló que es ahora.

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