La vinculación de Pepe Reina con la tierra de los califas surge mucho antes de conocer a la persona que conquistó su corazón. “Antes de conocer a mi mujer, ya me sentía de esta tierra”, nos relata el guardameta del Villarreal Club de Fútbol, cuando le preguntamos por qué mucha gente piensa que es cordobés. Reina nació en Madrid, lugar en el que creció y vivió hasta los 12 años, edad a la que se trasladó a la Masía, una experiencia que forjaría el carácter de un niño que más adelante se convertiría en uno de los cancerberos más representativos de la historia del fútbol español.
Pepe Reina admite que si volviera a nacer, “de nuevo elegiría la vida que me ha tocado vivir”. Consciente de ello, valora cada instante siendo agradecido. Se siente muy afortunado por poder haber dedicado su vida a lo que aún ama y siempre soñó cuando era pequeño y afirma no haber imaginado jamás tener tanta suerte, una carrera tan bonita, tan longeva y haber disfrutado tanto de su profesión y de su familia.
“En mil vidas te buscaría”
Pero, contar la historia de Pepe Reina cobra pleno sentido cuando se da un lugar protagonista en ella a la persona con la que ha ido caminando de la mano, desde que ambos eran aún muy jóvenes, Yolanda Ruiz.
Ella soñaba con ser maestra e irse de misionera, jugaba al voleibol y su alegría contagiaba a todo aquel que tenía a su lado. Él se aferraba con fuerza a una carrera de éxito que apenas despegaba. Ambos se encontraron y, desde entonces, han viajado en una misma dirección. Cuándo pedimos a Reina que nos cuente sobre la mujer que tiene a su lado, se deshace en halagos hacia ella: “Sin ella no sería ni la mitad de lo que soy. Yolanda es una persona maravillosa, leal, te hace ser mejor persona, cada día. Siempre piensa más en los demás que en ella misma. Ella es altruista, fuerte, independiente”. Son algunas de las palabras con las que el guardameta se emociona hablando de su esposa y madre de sus cinco hijos: Grecia, Alma, Luca, Thiago y Sira, con la que ha formado una preciosa familia y a la que cariñosamente le repite a menudo que “es lo que la “chispi” era para Camarón”. “El fútbol es una profesión que tiene momentos muy duros, a veces el camino se hace cuesta arriba. Yolanda es el motor de nuestras vidas”, resalta Reina.
“Ser personas de bien, por encima de todo”
Veintidós años, más de media vida juntos. Pepe y Yolanda coinciden en aquellos valores sobre los que siempre han querido que se sustente la educación de sus hijos. Pilares fuertes que, a día de hoy, les ayudan a poner en orden una familia de cinco maravillosos hijos, lejos del mundanal ruido que, para cualquiera de los siete, puede provocar que él sea un deportista de élite y que ambos tengan una imagen pública. “Ser futbolista es secundario”, ambos responden cuando les consultamos acerca de los consejos que cada día imparten a dos de sus hijos que también juegan al fútbol o a su pequeña, que compite en la disciplina rítmica. “Ser hombres y mujeres de bien, deben estar ocupados en crecer con unos valores fuertes de compañerismo, sacrificio, superación, de humildad… Deben saber que, en esta vida, en cualquier momento, habrá que empezar de cero. Eso es lo que yo le pido a mis hijos cada día y esos son los consejos que les damos”, incide el deportista.
Conforme nos hacemos mayores, vamos siendo más conscientes de aquello que nos ha marcado de alguna forma en nuestras vidas. Para Pepe Reina, sus años de niño en la Masía constituyeron la base de lo que ha conformado su ser hasta el día de hoy. Un lugar donde “los valores como persona estaban muy por encima de los de ser futbolista”, según palabras del cancerbero. Además, añade: “Crecí alejado de mis amigos, pero con 34 hermanastros con los que compartí momentos inolvidables. Mis primeros miedos y también mis primeras ilusiones.”
Inmerso en esos recuerdos, dejándose llevar, es cuando Reina nos cuenta sobre algunas de las personas que dejaron una gran impronta en su corazón y se convirtieron en sus referentes. Nos habla del cariño y la ilusión de un abuelo que, día tras día, “hiciera sol, frío o diluviara, siempre estaba ahí, en el banquillo, acompañando en cada entrenamiento, en cada partido”. “Nunca olvidaré cómo cubría su cabeza con una bolsa de plástico mientras le hacía algunos agujeros para protegerse de la lluvia”, recuerda. Y nos confiesa que, cuando piensa en el futuro, imagina que alguna vez alguien pudiera recordarlo de la misma manera. Sería la señal de que, para alguien, él ha significado tanto como su abuelo lo hizo para él. Nos habla de su padre y del gran orgullo que siempre ha sentido como hijo.
Son la educación cercana y la vida en familia los cimientos sobre los que se levanta la vida de esta querida pareja que, pese a sus continuos viajes por la geografía nacional e internacional, sus ocupaciones y las exigencias en la disciplina de un futbolista, han sabido mantener la férrea ilusión de hacerlo juntos desde el principio de su historia. “Mi felicidad siempre ha sido estar junto a Pepe. La distancia, sobre todo en aquellos tiempos, se hacía mucho más pesada que ahora. Cuando él me pidió que me fuera a vivir con él, yo no me lo pensé. Llevo veintidós años fuera de Córdoba, viviendo en diferentes países, conociendo maravillosas personas y culturas distintas a la nuestra. Para mí ha sido un regalo y enriquecedor en todos los sentidos”, relata Yolanda.
“Villarreal es un club que llevo en el corazón. Hice una promesa”
Su vuelta a España “no podía ser de otra manera”. El Villarreal es el club que lleva en el corazón: “Es un fin de ciclo muy bonito”, comenta. Así de sincero y contundente se muestra Pepe Reina cuando habla de su reincorporación, 17 años después, al que ha sido uno de los clubes más significativos en su carrera, tanto en lo personal como en lo profesional. “Junto al Liverpool, el Villarreal es el club con el que más arraigo he sentido. Hice una promesa a José Manuel Llaneza. Volvería.”
Todo el que haya tenido la fortuna de jugar en el club groguet es consciente de que la pasión, el amor, el sentido de pertenencia, la humildad, la meritocracia, son los valores que preponderan y se respiran en las filas de la formación amarilla. Para Reina son una prolongación de aquellos que imperan en la familia del Villarreal y, en concreto, en la familia Roig.
Para la familia Reina, según Yolanda Ruiz, el traslado a Villarreal ha sido “volver a casa, donde todo empezó”. “Es estar cerquita de nuestra gente. Hemos sentido el calor de este pueblo y este club desde antes de llegar”, explica. Cuando le preguntamos si sigue siendo el Villarreal un destino soñado tras dos años aquí, la contestación de la bella cordobesa no deja lugar a la imaginación: “Rotundamente, sí”.
“Ojalá el fútbol nos siga deparando cosas bonitas”
Mucho por escribir aún en esta bonita historia que hace ahora 22 años que Pepe Reina y Yolanda Ruiz emprendieron juntos y en la que hay un baúl cargado de recuerdos, pero también de muchos sueños todavía. El más importante: “ver crecer a nuestros hijos y que formen su propia familia, que sean trabajadores y los mejores en lo que decidan hacer, siempre llevando una vida digna y, si está ligada al fútbol, mejor”, sonríe el cancerbero.