Nace en Castelló un 19 de agosto de 1971 y con tan solo veintiún años comienza sus pinitos en el mundo del interiorismo, cuando montó su propia tienda, en la que se encargaba de decorar habitaciones infantiles. Tiempo más tarde, trabaja de interiorista para una inmobiliaria de lujo durante unos cuatro años, pero en sus sueños siempre albergaba la inquietud de poder ampliar su labor como interiorista. Tras trasladarse a Madrid, emprendió su propio negocio de hostelería, en el que invirtió mucha energía no solo en imagen de marca y concepto sino, por supuesto, en su diseño. El restaurante Bumpgreen es referente desde hace ya años en la capital. E inmersa en dicho proyecto, y casi sin darse cuenta, se vio rodeada de solicitudes de trabajos de interiorismo que se han ido convirtiendo en su sueño cumplido. “Hemos transformado en tangible lo que nuestro cliente tiene en su imaginación, o incluso lo que nunca llegó a imaginar y podemos interpretar y hacerlo realidad”, así define Adriana Nicolau la recompensa de su trabajo, del que es una verdadera apasionada. Su creatividad y emoción en cada uno de sus proyectos hace que la esencia de sus creaciones se materialice para siempre en esos espacios donde vivir, trabajar o disfrutar de la gastronomía. Definirla es hablar de una mujer valiente, con eterna sonrisa, amante del sol, del mar y una viajera compulsiva. Es esa inquietud por conocer otros países y culturas la que hace brotar su inspiración, tal y como ella misma explica: “Quizá por esto mis proyectos están cargados de luz, alegría, osadía y vida.”
¿Quién o qué influyó en ti para que te dieses cuenta que tu pasión es el interiorismo y la decoración?
Desde muy pequeña todo iba encaminado hacia el interiorismo. Si hablamos de un mentor o de la persona que me animó dedicarme a esto y que me apoyó, y me sigue apoyando muchísimo, es mi marido, Tomás. Él apostó por mí desde el primer momento y quien hizo que me lanzase a intentarlo por mí misma. Yo siempre me había dedicado a este ámbito, pero trabajaba para otras personas; es mi marido el que siempre me ha animado a realizar mis propios proyectos. Me decía que estábamos en Madrid y debía aprovechar las oportunidades, y así lo hice.
¿Cuál es tu fuente de inspiración a la hora de crear un espacio?
Cada espacio es un mundo y es muy difícil decir algo concreto, porque cada uno de ellos te provoca sentimientos y sensaciones distintas, por tanto, te inspira de muy diferentes formas. La pregunta estaría mejor enfocada al “cómo”… Yo me inspiro, en primer lugar, intentando empatizar con el cliente y con el proyecto. Por supuesto, también me inspira el arte o la naturaleza, y particularmente el mar, imagino que es porque soy mediterránea. Cuando necesito inspiración busco mi momento, si no es posible frente al mar, en un espacio tranquilo con un café y nada más, y ahí comienza a fluir todo de nuevo.
Y hablando de eso, ¿cómo empiezas a definir un espacio?
Es una pregunta bastante complicada de responder, ya que te diría que es el inicio de un sueño. Ese espacio, que puede ser de un cliente o incluso propio, cuando está vacío y no hay nada aún, supone pensar e imaginar todo lo que voy a poder hacer en él. Cuando veo la ilusión del cliente, que me dice lo que le gustaría que hiciese o incluso cuando no saben qué podrían hacer, es en ese momento se inicia ese sueño de crear un espacio.
¿Qué crees que es más importante a la hora de decorar un hogar, tener gusto o estar a gusto?
¡Es estar a gusto con gusto! Creo que esa es la definición idónea. Se trata de componer un binomio de ambos conceptos. Deben conjugarse los dos, porque no cabe duda de que en nuestra casa nos debemos sentir bien, con estancias funcionales y que nos hagan la vida más agradable, pero esa funcionalidad no tiene porqué estar reñida con el buen gusto. Rodearnos de cosas bellas también hace que nos sintamos más a gusto.
¿Qué diferencias destacarías entre decorar locales de ocio y casas privadas?
La primera es el plazo de entrega. En este sentido prefiero el del local, porque no suele extenderse en el tiempo, dado que el cliente es muy concreto, y a su vez también tiene plazos que cumplir, como la fecha de apertura, por ejemplo. La segunda ya la he avanzado antes, es la concreción. El cliente del local, generalmente, sabe lo que quiere y tiene las ideas más claras respecto a ello. El cliente de una casa particular duda más, varía mucho más en las ideas que quiere para su hogar; también hay más gente para opinar ya que todos son usuarios directos. La tercera diferencia es la responsabilidad. En una casa particular me encuentro con que no se trata únicamente del diseño, sino que debo incluir la comodidad. Es ese compromiso que tienes con el cliente de que su casa, además de ser bonita, tiene que ser cómoda, práctica y funcional, y eso es una responsabilidad muy grande. El local de ocio es más para lucirse, que se vea más el diseño aunque no sea cómodo, puedes llevar a cabo su diseño con más fantasía.
Cada uno de nosotros tenemos especial predilección por alguna estancia de nuestra casa, pero tú, a la hora de decorar ¿estableces una escala de prioridades?
Va a depender mucho del deseo del cliente, ya que él te puede pedir determinadas cosas que a veces no son fáciles de aplicar y ahí entras tú, intentando darle una vuelta con el fin de conseguir crear lo que te ha pedido y que salga todo armónico. Lo prioritario para mí es que esté todo conectado. En definitiva, aunque sean estancias muy diferentes entre sí, cuando las mires te resulten un todo equilibrado.
¿Cuál sería el secreto para una decoración dentro de las tendencias sin caer en la despersonalización?
Yo pienso que las tendencias en decoración son eternas. Aunque no queramos seguirlas, en cierto modo nos influyen. Pero es importante saber aplicarlas, porque también te pueden hacer ser previsible. La sensatez nos lleva a no caer en la despersonalización. Como he dicho, lucho por salir de modas e intento ir un poco por delante de ellas. No podemos obviar que las tendencias en moda son las que marcan lo que se llevará en decoración en un par de años, por eso creo que hay que intentar ir por delante en decoración.
Al hilo de lo anterior, ¿cuál crees que es la clave para que un hogar esté bien decorado?
Que además de bonito sea acogedor, “cozy”. Esa sensación que tienes cuando estás en una casa o en un local del que no te quieres ir.
¿Hay algo en lo que pongas especial “cuidado” o “interés” a la hora de afrontar tus proyectos?
La comodidad, como he ido mencionando. Presto especial cuidado en que los objetos que van a marcar la decoración sean lo más cómodos y funcionales posible, además de bellos estéticamente. Hay una frase de Le Corbusier, que viene a decir que “mi mejor diseño se quedó en la servilleta”, y es cierto, porque te pones a dibujar, a crear algo magnífico, pero cuando lo intentas llevar a cabo te das un baño de realidad. Por circunstancias, muchas veces no es posible y debes adaptarlo, por lo que deja en parte de ser tu diseño.
¿Qué característica especial ha de tener esa persona que te encarga un proyecto para que lo aceptes?
Mejor decir qué es lo que no debe tener, porque de inicio me cuesta mucho decir que no a un proyecto, ya que soy de las que pienso que siempre le puedes dar la vuelta, incluso a esas personas con las que no empatizas demasiado, eso se convierte también en un reto para mí. Pero hay algo de lo que sí intento huir a la hora de decir que sí a un proyecto, y es a esas personas que nada más conocerte te dicen: “A mí se me da muy bien la decoración, quiero que vengas a ver mi casa, pero necesito que me eches una mano”… esta frase sé que no va a acabar bien, porque la experiencia me ha llevado a que ese tipo de gente se involucran tanto en lo que estás proyectando que tú no acabas haciendo el proyecto que tenías en mente y que crees firmemente que es el más adecuado, ni tampoco el proyecto que ellos quieren, por lo que no es satisfactorio para nadie. La otra es la desconfianza, un cliente que desde el inicio no confía totalmente en tu trabajo, porque mi trabajo se basa fundamentalmente en la confianza mutua y en creer en lo intangible.
Y ¿qué tiene de especial un proyecto para que digas que sí?
Seguramente la ilusión del cliente. Cuando llega y le veo tan ilusionado con algo, me implico para que pueda llevarse a cabo y cumplir esa ilusión, sobre todo, porque ya viene sabiendo que él por sí solo no puede lograrlo y entonces sé que yo debo estar ahí para que lo consiga. Aunque a veces vaya a tope de trabajo, esa ilusión me mueve a decir que sí porque ya me la ha contagiado.
Es innegable que el interiorismo es un arte, hay artistas que dicen que “cuanto más se sufre, más se crea”, ¿estás de acuerdo con esto?
Para el interiorismo, no. Quizá para otra rama artística como la música, la pintura, la escritura, etc., seguramente sí. Cuando empiezas a sufrir en un proyecto se te van yendo la inspiración y las ganas. Un proyecto es bonito cuando hay esa confianza, aunque te vas a encontrar escollos y problemas en el camino, pero eso también te hace crecer. Si sufro desde el inicio, al menos a mí, me quita la energía para seguir creando y seguir dándolo todo en ese proyecto.
¿Qué proyecto ha sido en el que más a gusto has trabajado? ¿y de cuál te sientes más orgullosa?
El Palacete de Córdoba marcó un antes y después en mi carrera. De hecho, mis clientes se han convertido en amigos, todo fueron facilidades y hoy por hoy siguen disfrutando de cada rincón de su casa. Otros proyectos son nuestros restaurantes Bumpgreen y la Saluteria, puesto que me permiten total libertad de creación. Pero realmente me siento muy orgullosa de todos los proyectos que he realizado. Siempre da la sensación que los proyectos más mediáticos o imponentes son los que te pueden hacer sentir más orgullosa, pero eso no es del todo cierto. Sí son los más visibles, pero no tienen que ser los más satisfactorios o ilusionantes. Por ejemplo, en la actualidad estoy muy ilusionada con el proyecto de mi showroom, que se ubica encima de una cochera centenaria reconvertida en galería de arte.
¿Hay algún adjetivo que defina tu estilo?
Yo no te sabría decir cómo calificarme, pero sí te puedo decir cómo me ven mis clientes y personas que han seguido mi trayectoria. Ellos siempre dicen de mis proyectos que son acogedores, tienen un toque elegante pero informal, colorista y con un punto gamberro. Ese punto gamberro no puedo evitarlo porque soy una persona muy divertida y me gusta dejar esa impronta en mis diseños.
¿Cuál es ese proyecto que te encantaría hacer y que aún no has hecho?
Lo tengo claro, y lo digo siempre en las entrevistas, un hotel de montaña. Me haría especial ilusión un proyecto así puesto que tengo mil ideas que me vienen rondando en la cabeza desde hace mucho.
¿Qué crees que le falta al mundo del interiorismo?
Actualmente está viviendo un momento dulce, puesto que tiene ese punto de frescura que toca todos los estilos y por tanto hay público para todos los interioristas y hay demanda. Muchos de nosotros, además de ser colegas, somos amigos y eso hace que crezcamos juntos. Por mencionar algo, diría que falta que se valore más nuestro trabajo, se necesitaría, quizá, que la gente confiara más en que la labor del interiorista debería comenzar al mismo tiempo que la del arquitecto para crear el proyecto redondo.
¿Puedes confesarnos al menos un proyecto en el que estés trabajando y que te haga especial ilusión por la persona que te lo ha encargado?
En este momento, y dado los tiempos que nos toca vivir, me hace especial ilusión el encargo de un restaurante en Madrid. Es un proyecto muy bonito y que haya querido apostar por mí hace que me ilusione todavía más.
Y ya que estamos de confesiones, ¿algún deseo que has pedido pero que aún no se ha cumplido?
Mi madre hizo una gran labor conmigo desde pequeñita. Yo era un poquito caprichosa y ella siempre me decía una frase que me ha marcado siempre, me decía que nunca iba a ser feliz porque nunca iba a estar conforme con lo que tenía. Esto de mayor ha hecho que me conforme con lo que tengo, pero yo lucho por lo que quiero y eso hace que esté muy feliz con lo que tengo, porque soy muy rica en amor, en salud, en trabajo y me están llegando tantos proyectos tan bonitos que no puedo pedir más, sobre todo en este momento que nos toca vivir. Estamos en un momento en el que tenemos que dar gracias y valorar todo lo que tenemos, y yo tengo mucho, por eso doy gracias todos los días.
Vayamos al futuro. ¿Dónde te ves dentro de diez años?
Me veo en un mundo sin virus, sin pandemias… en un mundo bonito y, sobre todo, con la misma ilusión y las mismas ganas de seguir comiéndome el mundo.