Teresa de la Cierva, una voz icónica que ha moldeado el periodismo de belleza en España durante décadas, se ha reinventado con éxito en el nuevo panorama digital. Tras una etapa de referencia en la prensa escrita, su capacidad de adaptación y su visión estratégica la han convertido en una figura influyente que realmente conecta con la audiencia. En esta entrevista, Teresa nos desvela su proceso de transformación profesional, su relación con la radio y las redes sociales, sus aprendizajes sobre la industria de la belleza y sus consejos más esenciales.
Tras una etapa muy consolidada en la prensa escrita, ¿cómo viviste ese proceso de cerrar una etapa y empezar a mirar hacia nuevos horizontes profesionales?
Al principio sentí vértigo, pero tengo la suerte contar con la experiencia de mi blog “La Polvera”. Anticipando lo que se avecinaba, fui creando mi marca, “La Polvera by Teresa de la Cierva”, en distintos canales. Esto me permitió construir mi propio altavoz en el sector de la belleza. Así, cuando llegó el momento de cerrar esa etapa, el salto no fue al vacío, sino una evolución natural hacia mi propio proyecto, ya con una base sólida.
Has mantenido un programa constante y muy valorado con Federico Jiménez Losantos. ¿Qué te atrae de la radio y cómo describirías ese contacto con la audiencia?
Trabajar con Federico es muy estimulante. Le fascina el mundo de la belleza, no tanto por el tema, sino porque siempre llevo a los mejores profesionales del sector. Tengo la suerte de tener una agenda de contactos increíble fruto de tantos años de trabajo. Y juntos, hemos construido un programa ameno y divertido que nos encanta a todos. De la radio me encanta su cercanía con el oyente, que es muchísimo mayor que con la prensa escrita. Aunque es un medio más unidireccional, la satisfacción de que tanta gente me conozca, me escuche y me sienta cercana, como una amiga, es inmensa.
En los últimos años, has encontrado en las redes sociales un espacio fundamental para crear comunidad. ¿Cómo describirías tu visión de las redes sociales como herramienta profesional?
Actualmente, las redes sociales son mi principal medio de comunicación. Al principio quise centrarme en belleza y tenía mucho pudor a mostrar mi lado personal porque mi generación no está acostumbrada a “desnudarse” como la gente joven. Pero no funcionaba. La gente quiere conocer a quien sigue, saber cómo vive, siente y se mueve. Así que ahora busco un equilibrio: darme a conocer, mostrar mi vida y trabajo, y a la vez compartir lo que veo, pruebo o escucho del sector belleza. Ese balance es fundamental para conectar con mi comunidad.
Con la energía y la adaptabilidad al entorno digital que demuestras en tu trabajo, ¿cómo vives este momento de tu carrera?
Adaptarme al entorno digital me cuesta mucho más trabajo que a los jóvenes. Lo que ellos hacen en media hora, yo tardo cuatro y les queda mucho mejor. Sin embargo, poseo algo que las nuevas generaciones no tienen: muchos años de conocimiento y experiencia, algo que mi público añoso valora enormemente. Mis fotos o producciones quizás no tienen el nivel de las chicas jóvenes, y me requiere un esfuerzo diez veces mayor, pero confío en que el peso de mi experiencia sirva para algo valioso y diferencial.
Mirando atrás, después de tantos años siendo una voz referente en belleza, ¿cuáles dirías que han sido los mayores aprendizajes sobre esta industria?
La industria ha cambiado muchísimo. Mi mayor aprendizaje es saber discernir cuánto hay de marketing en cada lanzamiento, proyecto o clínica, y cuánto hay de realidad. Mi experiencia me ayuda a verlo con más facilidad que a alguien que empieza de nuevo. Quiero romper una lanza a favor de la industria cosmética española: ha despuntado de una manera increíble. Tenemos mucho producto muy, muy bueno, y a mí me encanta darles voz y apoyarlos.
Si tuvieras que reducir una rutina facial a sus cuatro pasos más esenciales, ¿cuáles considerarías indispensables y por qué?
Lo más básico es: una limpiadora, un tónico, crema hidratante y protección solar. Con eso estás cubierta, pero te pierdes una cantidad de placeres. El mundo de la cosmética está lleno de placer, emoción, disfrute y mimos. Poder hacerte de vez en cuando una exfoliación, aplicar sueros que dan de beber a tu piel o regalarle un banquete de mascarillas que le den un chute de vitaminas increíble son caprichos que la piel agradece mucho. E incluso a nivel emocional, nos da esa sensación de “qué bien vivo, me estoy cuidando y curando la piel”.
Para quienes buscan opciones accesibles, ¿crees que la cosmética “low cost” puede ofrecer productos verdaderamente eficaces y resultados visibles?
Hay mucho “low cost” que está fenomenal, y para los pasos básicos no hace falta gastarse un dineral. Haciendo un símil, para ir de Madrid a Málaga puedes ir en un Renault de maravilla, vas comodísimo y te lleva a tu destino. Pero si el viaje lo haces con un Jaguar o un Porsche, será mucho más divertido, rápido y emocionante. Es como vestirse de Zara y verte bien, o ponerte un Dior y generar ese efecto “wow”. Te ves más guapa, y te da un subidón. Pues con la cosmética pasa lo mismo. Hay muchas opciones de bajo coste y, sin complicarse, tienes los 4 básicos. Pero, cuando quieres revolucionar tu piel, hay cosméticas con muchos años de investigación detrás y una biotecnología brutal que se pagan, pero se nota.